debajo
de mi lengua tengo un mar de deseos que me trago con cada sorbo de vino y se
convierten en habitantes de mi sangre. Con los deseos flotantes en esa
corriente soy incapaz de manejar, con un mínimo de coherencia, mis emociones. Entonces
los impulsos me lanzan al vacío de otros cuerpos, también vacíos, y allí navego
en claras confusiones reveladoras de la locura en la que vivo y que suman
incertidumbre y ambigüedad a mi extraña manera de razonamiento vital; es
posible que un hombre viva en dos cuerpos simultáneamente o que una mujer viva
dos vidas en un único presente, todo es posible, pero…